jueves, 17 de mayo de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -37-



En la anterior entrada veíamos cómo algunas reclamaciones del secretario municipal de Getxo alcanzaban a edificios religiosos de Portugalete y Bilbao. Y la solicitud de la Compañía “Direct Spanish Telegraph” para establecer una caseta habitable en Las Arenas, en el punto donde se encontraba amarrado el cable Inglés.

En la misma sesión municipal se leía la solicitud del Club Náutico de Bilbao, para que el Ayuntamiento de Getxo encabezara, “con alguna cantidad decorosa”, la instalación de una Estación de Salvamento de Náufragos en el Puerto de Bilbao. Previamente el Club Náutico de Bilbao ya venía realizando algunas gestiones tendentes a llevar a buen puerto dicho proyecto, cruzando comunicaciones con la Institución de botes salvavidas de Gran Bretaña. Como resultado de aquellas averiguaciones convinieron en que eran necesarias 30.000 pesetas para llevar adelante dicha estación de salvamento. Por lo que el día 1 de junio de 1883 anunciaban en la prensa bilbaína su intención de dirigirse a la entidades locales para solicitar su ayuda. El Ayuntamiento de Getxo decidió esperar a ver las cantidades que iban a aportar otros municipios como Bilbao o Portugalete. La capital Bizkaina, el 20 de julio de 1883, decidió colaborar con 1.000 pesetas. La Diputación Bizkaina, el 1 de diciembre de 1883, lo hacía con 2.500 pesetas. Otras entidades colaboraron, según informaba la prensa el 19 de diciembre, como el ayuntamiento de Santurce con 250 pesetas y la Junta del Club Náutico con 1.000 pesetas. El 3 de enero de 1884 la Junta Local de Salvamento de Portugalete, situada en el Muelle Viejo, daba cuenta de la suscripción abierta en dicho municipio, que a la fecha era de 1.397 pesetas. Para febrero de 1885 en la prensa se decía: “...«La suscripción abierta entre el vecindario y comercio de Bilbao y otras entidades, para establecer en Las Arenas la estación de salvamento produjo una suma considerable que, se creyó suficiente para realizar aquel proyecto»...” El 12 de Marzo de 1920, en nombre de la Asociación de Navieros, Francisco de Aldecoa, solicito el permiso para la construcción de un edificio destinado a Salvamento de Náufragos y Cofradía de Pescadores.

Y como la temporada de verano ya estaba llamando a la puerta, el 7 de julio de 1883, la prensa local anunciaba la apertura de baños en el establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”. Galería balnearia que estaba situada junto a la playa de Las Arenas (Más o menos donde se encuentra en al actualidad el Club Marítimo del Abra). Los baños de playa eran anunciados desde el día 1 de julio al 30 de septiembre; y los baños calientes, estos dentro del establecimiento, a partir del día 10 de julio hasta el 30 de septiembre. Y como la empresa de baños quería ver sus instalaciones llenas de los veraneantes más exquisitos anunciaban en el “Noticiero Bilbaíno” las excelencias de sus instalaciones y el barrio: “...Todo cuanto se diga acerca do la belleza, agradable estancia y otros atractivos que ofrece la playa de las Arenas es poco. La playa de las Arenas en la costa Cantábrica, de unos dos mil metros de extensión, posee las mejores condiciones para baños; porque además de su clima saturado por las fresca brisa del mar, tiene una pendiente imperceptible, esta roda ella tapizada de una finísima arena sin escollos ni peligros. Dista de Bilbao 11 kilómetros, que los recorren cada quince minutos elegantes coches y tranvías, también vaporcitos por la ría, unos y otros por módicos precios y empleando de 50 a 60 minutos en el trayecto, que se hace sumamente agradable por lo ameno y variado de las orillas del Nervíon, comparadas por muchos viajeros con la pintorescas orillas del Rhin. En Las Arenas existe una vega encantadora junto a la playa, desde la cual se contempla la entrada y salida de centenares de buques de todas las naciones. El Balnerio, en unión de otras fondas y casas de huéspedes y particulares, vístosos chaletes y casas de campo, hacen de dicha playa un lugar de esparcimiento y recreo frecuentado por numerosa y distinguida concurrencia. En una bonita y cercana plazoleta rodeada de jardines, hay música todas las tardes de los jueves y días festivos, también se ofrecen otros espectáculos, romerías, expediciones, y otras diversiones...”


Le seguía una relación de las excelencias del propio balneario: “...En este balneario, además de poderse tomar los baños de ola, para lo cual se dispone de casetas fijas y movibles en la playa, de bañeros prácticos que cuentan muchos años en esta faena, se ha montado con todo esmero y perfección el servicio de baños y duchas calientes; eficaces para combatir, entre otras enfermedades, las alecciones herpéticas y reumáticas, las escrófulas, contusiones, parálisis, raquitismo en los niños e impotencia, así como también para fortalecer las naturalezas débiles. El departamento de baños calientes, está dotado de pilas de mármol blanco y gris. El de hidroterapia, contiene la Ducha general o de circuito, la escocesa, dorsal, hidromezcladora de chorro, lluvia y otros aparatos destinados a ciertas enfermedades y que se adaptan a los expresados, ofrecen la ventaja de poder aplicarse el agua pura del mar por medio de vapor y de una cañería que la conduce a las bañeras y depósitos de hidroterapia, por lo cual no sufre la evaporación ni corrupción que a veces la hacen ineficaz, cuando se trasporta en pipas o vasijas. Existen en la misma galena diversas dependencias y servicios para comodidad del público, como son gabinete de lectura y recreo, excelente guarda-ropa, consulta facultativa, botiquín, estanco, despacho de refrescos, venta de trajes de baño, efectos de playa y otros…”

El balneario de Las Arenas, además distribuía un prospecto y con la tarifa y una bonita vista de la playa, que repartió entre los forasteros. En el grabado de ese prospecto figuraba en primer término la galería balearia, seguía el gran Hotel Bilbaíno, provisto de suntuosos comedores, un elegante casino, salón de baile, capilla y amenos jardines.

Algorta no le iba a la zaga, ya que la Fonda San Ignacio anunciaba también la apertura de sus instalaciones para los visitantes de la provincia y del resto del estado: “...En la misma carretera por la que pasa el tranvía de Bilbao, se halla esta fonda abierta el verano próximo pasado. Rodeada de arbolado y jardines, se disfruta la agradable vista del Abra desembocadura de la ria de Bilbao. Formando cuerpo con la fonda hay otro edificio con habitaciones independientes, cada una de las cuales tiene cinco camas, y su módico precio es de diez pesetas diarias. El establecimiento estará abierto desde el 10 de julio al 15 de setiembre…”

El día 12 de julio de 1883 se trataba en el pleno sobre la construcción de una fuente lavadero en el barrio de Iberre de Santa María de Getxo: “...«El maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca presenta plano y presupuesto para la ejecución de una fuente, lavadero y abrevadero en el punto llamado Chacharro, barrio de Iberres de la feligresía de Santa María»...”


En esas fechas el consistorio tasaba un pequeño terreno de propiedad municipal, de dos metros y sesenta y cinco centímetros cuadrados, decían sobrante de la vía publica y que había sido solicitado por D. Pedro José Urquijo, para levantar en él: “...«Los escusados y el comedor de su casa de Altamira»...” Según el Ayuntamiento: “...«Siendo un terreno insignificante e inútil, sobrante de la vía pública, que no sirve para uso de ninguna clase, que ha sido tasado en 26,50 pesetas, y teniendo este Ayuntamiento el párrafo 1º artículo 89 de la vigente ley municipal, antes de proceder a la cesión del terreno se saca a conocimiento público»...”

El 26 de julio de 1883 el Gobernador Civil autorizaba a correr toros embolados y ensogados en las fiestas de aquel verano. Y como los animales pagaban con su vida las celebraciones, era cosa de que el rematante (comprador) de la res que se corrió en Las Arenas, abonara las 50 pesetas, que tras el festejo sacrificaba al animal, y de las que el consistorio se beneficiaba.

A los vigilantes de arbitrios, que habían cesado por aquellas fechas, se les exigía la devolución de sus revólveres, que los portaban, además de las insignias de identificación.

En la próxima entrada veremos cómo el consistorio desarrollaba obras de urbanismo, frente a la antigua Fonda San Ignacio; y la Compañía del tranvía proponía al Ayuntamiento la celebración de una fiesta Veneciana en Las Arenas.

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